Juan J. Padial (Málaga)

Comentario al Capítulo Segundo
EL SER COMO IDENTIDAD EN HEGEL

B) La Realización Dialéctica del Ser
(pp. 222-269)

Resumen.— En este epígrafe comienza el comentario pormenorizado de la Ciencia de la Lógica. Polo analiza en primer lugar el sentido hegeliano del método: la dialéctica. Como método metafísico atiende primariamente al ser de lo inteligible, secundariamente a la determinación. Esto permite ajustar las nociones de sistema, de contradicción, de movimiento dialéctico y de realidad de lo racional.

Abstract.— In this paragraph Polo begins the commentary on detail of The Science of Logic. He analyzes firsts the Hegelian sense of method: the dialectic. As metaphysical method, the dialectic focussed primary on being; secondary on determinations. Thus is, its value and importance does not lie on the simple explanation of the intelligible. This allows adjusting the notions of system, contradiction, dialectic movement and reality of rational.

INDICE ANALÍTICO

  1. Exposición de la dialéctica hegeliana. La actividad metódica ha de generar la objetividad. Consecuentemente, investigación del sentido hegeliano del fundamento.
    1. Estudio del método platónico de diáiresis. La genética de contenidos por simple adicción no es la dialéctica hegeliana porque no suscita la forma de dichos contenidos.
    2. La claridad y circulación de las determinaciones inteligibles en el concepto envuelven que la filosofía hegeliana es sistemática necesariamente. No es una lógica meramente extensional del conocimiento, sino que pretende formar la realidad de que dependen los nuevos contenidos. La visión simultánea de ser y concepto exigen el sistema de la ciencia.
  2. La realidad de lo inteligible se modula según este último. El sentido del ser no es unívoco, sino gradual y en proceso. La lógica estudia así, las formas del pensamiento, y no meramente su contenido.
    1. La dialéctica ejerce un doble movimiento, como una pulsación. De una parte marcha hacia nuevas determinaciones, de otra vuelve sobre sí mismo. El progreso y el regreso son un solo movimiento.
    2. Al reducir a identidad las diferencias que edita, el fundamento racional de las mismas ha de ser un sujeto. No solamente porque está frente al objeto, sino porque es propio de lo intelectual mantenerse ante la negación, superar la diferencia.
  3. Hegel no conculca el principio de no contradicción puesto que la contradicción no se establece entre determinaciones como A y noA, sino entre una determinación ulterior y el ser de la anterior. Es el ser, el movimiento racional, el que es contradictorio.
    1. Como búsqueda del ser de lo inteligible, este no se alcanza a formar definitivamente mientras haya determinaciones nuevas cuya inteligibilidad haya que pensar. Gracias a los nuevos conceptos formados, el ser retorna a sí mismo, desde su ausencia en las determinaciones que se separan.
    2. Al negarse la separación de los momentos objetivos, el movimiento dialéctico recoge la totalidad del contenido inteligible. Por eso la dialéctica no es un movimiento entre determinaciones, sino que el movimiento dialéctico es movimiento sin móvil. Puro movimiento.

Esquema

 

COMENTARIO

La dialéctica como búsqueda de la actividad principial
(222-228)

El epígrafe anterior ha versado sobre la exigencia idealista de tratar metafísicamente de lo inteligible. El programa idealista responde al nominalismo rehabilitando la verdad. El camino que se emprende para dicha tarea, como han hecho notar no pocos comentadores, transforma la metafísica [1]. Según Polo, la transformación afecta tanto a la esencia racionalista como al ser. O con otras palabras, la transformación depende de dos reducciones. La primera sobre la inteligibilidad, sobre el logos, sobre la verdad. La segunda sobre su ser. Como según esta interpretación lo inteligible depende de su ser, que lo engendra, entonces se sigue que su génesis es su fundamento. El Objeto se funda en la actividad racional del Yo, que no sólo es acompañante de la objetividad, sino que la penetra. De aquí que la diferencia hegeliana para con el idealismo trascendental sea considerada como una de las formas de fundar la verdad [2].

La dificultad señalada al término del epígrafe anterior nos enseña qué cuestión hemos de considerar en este momento. Se proponía para averiguar cómo podía la identidad acoger la diferencia en su seno. Ya que ser equivale a proceso, la pregunta inquiere “acerca del último sentido de la dialéctica” [3]. La dialéctica es el proceso genético de lo inteligible, por ello el tema a tratar es la segunda reducción. El ser se reduce a fundamento de esencia, de verdad. La idea moderna de sujeto es la idea de un fundamento del objeto, bien parcial (Descartes, se fundan en el cogito la evidencia de las ideas claras y distintas, el sujeto es el fundamento de la evidencia) bien total (Hegel). En cualquier caso, la evidencia se funda en la actividad del Yo. Tal fundación es reducción a si mismo. Lo evidente es idéntico al yo. No puede explicarse como algo del objeto. Se evidencia el objeto, con el que ya se cuenta como algo dado a la conciencia (racionalismo), o el yo es capaz de fundar la inteligibilidad por completo (idealismo). Que el sujeto (ser) sea el fundamento de la verdad equivale a que la verdad se autofundamente. No es el ser extraideal el que fundamenta la verdad del intelecto. Se trata de que el ser intelectual es el fundamento de todo lo inteligible. Por tanto, identidad compleja, que asume la diferencia, y autofundamentación de la verdad. Busquemos las consecuencias de este proyecto.

La Ciencia de la Lógica tiene —según Hegel— el cometido de “contemplar las formas del pensamiento (Denkformen) en sí y para sí mismas” [4]. No se propone estudiar el contenido, sino las formas. Aquello que configura la materia cognoscitiva, aquello de que dependen los contenidos inteligibles, esenciales. Aquí es preciso despejar una dificultad. Podría pensarse que hay cierta afinidad entre el interés hegeliano y el platónico en diálogos de vejez, aporéticos y muy especulativos, como El sofista. En este diálogo Platón estudia los géneros supremos del ser. El método que emplea es el dicotómico (diáiresis). Se trata, al igual que en Hegel, de un método negativo. La labor de la razón consiste en separar. Se obtienen nuevas determinaciones en tanto que se logra el concepto adecuado para enfocar inteligiblemente la clase complemento. Por ejemplo, si A es lo práctico, no-A es lo teórico, etc. En El sofista, el extranjero que conversa con Teeteto, indaga la ciencia suprema. Advierten que el problema de lo uno y lo múltiple que se presentaba al tratar del mundo sensible, también se presenta entre los géneros. Los superiores acogen a los inferiores. “Una vez que estamos de acuerdo en que los géneros entre sí participan igualmente de la mezcla, ¿no será preciso que camine con cierta ciencia a través de los razonamientos el que haya de mostrar cuales de los géneros concuerdan con otros, y cuáles son incompatibles entre sí? ¿Y de la misma manera si están todos juntos entre sí en relación, como para poder combinarse, y, por el contrario, en las separaciones [diairésesin], si hay otras causas universales de división [diairéseos]?“ [5]. Los géneros no se combinan azarosamente, sino que entre ellos vige cierta lógica. Los géneros más puros son más generales, conforme la mixtura se va produciendo, se gana en determinación, se pierde en generalidad, el campo se va reduciendo. Las relaciones de participación entre las mismas ideas jerarquiza el orbe ideal.

Pero cuando Hegel dice que trata de las formas del pensamiento en sí y para sí mismas no tiene en la mente tratar de los géneros supremos del ser. Según Polo “si la esencia se pretende explicar a partir de  la idea de una pura reunión de dos conjuntos eidéticos, no salimos del ámbito de la esencia tantum” [6].  La esencia sigue suponiéndose, no se asiste a la formación de lo inteligible, sino que se cuenta con ello. Los géneros supremos serían datos, la combinatoria y una lógica superpuesta, meramente formal, darían lugar a la sucesiva especificación de los géneros. Es obvio que no es este el sentido de la dialéctica hegeliana. Y no lo es, simplemente porque trataría de conceptos desligados de su ser, abstracciones del entendimiento. La génesis ideal no es primariamente génesis del contenido, sino génesis del ser de la idea. Por ello es una génesis procesual. “el ser, como ser de la esencia anterior, no es suficiente para la posterior” [7]. La participación en el seno de las ideas, exige que la idea que participa de otros dos géneros tenga un ser unívoco con las ideas de las que participa. La única distinción estriba en el contenido recibido. Propiamente, para Platón, el ser de las ideas es su inteligibilidad. No en el sentido de que ser e inteligibilidad sean idénticos, esto es lo hegeliano, sino en el sentido de que no hay propiamente ser, las ideas consisten en sí mismas, separadas. Tal separación es la que no admite Hegel. Es verdad que las ideas constituyen un orbe cerrado; que una idea desconectada de las demás, de la que no participe, es una idea falsa, sin verdad. Pero la primera no separación es la de las ideas respecto del proceso que las engendra. Esto implica que la forma del pensamiento varía de acuerdo con los contenidos. El ser hegeliano no es unívoco.

Así, si la ciencia que se busca es la del ser de lo inteligible, hay que preguntar cómo se alcanza a formar la realidad de lo inteligible. En el prólogo a la Fenomenología del espíritu Hegel señala que “lo verdadero sólo es real como sistema” [8]. Desligado del sistema, del todo, la inteligibilidad no tiene realidad. Toda determinación pensable aislada es mera apariencia, irrealidad, que sólo logra su verdad y realidad en su concepto. Del mismo modo, un concepto particularizado, aislado del Todo, también es aparente, y por lo tanto lo que no es, que se vuelve a descubrir como apariencia, y solamente logran ser evidenciadas (una y otra posiciones momentuales) al pensarlos conjuntamente en el concepto. Desde las determinaciones aisladas no se conoce el Todo. En cambio, desde el sistema si se advierten las determinaciones. El problema es de claridad, de transparencia. Las determinaciones separadas son opacas a su ser. En cambio el concepto es transparente para advertir las determinaciones en él englobadas. También habla Hegel de fijeza y movimiento. La fijeza es propia de las determinaciones del entendimiento, que piensa abstractamente, y que por tanto se queda detenido en la determinación inteligible de que se trate. Esta detención impide ver la falsedad, la apariencia, de tal contenido en cuanto que está aislado. Como no se presenta el trasvasarse, el transitar, o el aparecer de unas nociones en otras, sino que lo que hay ante la mente es sólo un contenido aislado, tal fijeza es quedarse con la inteligibilidad tantum. No se advierte en ella su ser, que es movimiento. Por ello “aunque la pura esencia es pensable separada de él, a partir de tal inteligibilidad es imposible alcanzar el ser” [9]. La filosofía es necesariamente sistemática porque no se pretende meramente mostrar la unidad de los conocimientos humanos. La unidad (de ser y concepto) no es la mera composición noemática, sino que es la unidad de las experiencias de la conciencia. Esto es de las formas que adopta el pensamiento para constituir, generar, la inteligibilidad. Por eso “el problema hegeliano consiste en encontrar la  síntesis metafísica de las notas, es decir, el ser de la esencia a que pertenecen” [10]. La síntesis por tanto se dice de las determinaciones englobadas solo derivadamente. Primero, la síntesis es algo formado por la razón. Un conceptus, lo concebido o formado por la razón. El resultado es la verdad de las determinaciones, el ser en el que son transparentes. Por eso “el saber sólo es real y sólo debe exponerse como ciencia o sistema” [11]. Sólo en el sistema se adquiere la visión que Hegel reclama, que no es meramente de contenidos, sino del ser del que dependen los contenidos. Si la filosofía no fuese sistemática, se contemplarían determinaciones noemáticas. Pero la intención de Hegel no es ésta, sino la que reúne al contenido y su ser evidenciado, su conceptuación. Con otras palabras, la filosofía es sistema porque el contenido tantum oculta su ser.

Por la misma razón es sistemático comenzar por la nada. No se comienza de cualquier modo, sino advirtiendo la primera síntesis, la primera realidad racional. Viendo emerger el pensamiento, la realidad de lo inteligible. Así, hay un primer concepto. El primer concepto no puede mostrar más que el puro saber, sin más determinaciones, abstraído por completo de contenido. Sólo así la Ciencia de la Lógica será ciencia completa del ser de lo inteligible.

Hegel solía decir que la lógica es el reino de las sombras. Estas metáforas son muy ilustrativas para establecer la dependencia de lo inteligible respecto de la actividad racional. Se apunta al ser, pero lo ocultan las determinaciones. Que la filosofía sea teorética, argumentativa, implica para Hegel que a lo largo del proceso nos detenemos en sombras, o que lo que aparece, como es el caso de un iceberg, la propia realidad. Como comenta Polo “en Hegel, más importante que la intuición de una esencia de máxima riqueza es la realidad de tal esencia, el establecimiento de su ser” [12]. Tal realidad sólo puede ser expuesta mediante un sistema, y esto porque el saber es unitario. Aunque lo sabido puede fragmentarse en multiplicidad de determinaciones, la actividad racional es la de un único sujeto. Pero esta actividad se modula según el contenido que evidencia. La modulación estriba en el ajuste de la forma al contenido. Lo que se evidencia es el contenido. El concepto es la forma. Por eso la Lógica es la ciencia de las formas del pensar. De este modo, la actividad que concibe se detiene al formar un determinado contenido. Para otro no vale, pues el ajuste ha de ser perfecto. Por eso comenta Polo que “respecto a cada esencia particular el ser se agota. Cada esencia paraliza, por decirlo así, al ser. Si esta paralización se interpretara como elemento positivo, consumaríamos la pérdida del sistema y, con ello, nos saldríamos de la metafísica” [13]. Nótese la dualidad de perspectivas. De una parte, la actividad racional necesaria para evidenciar la inteligibilidad de una determinación es finita. Tal actividad cesa en cuanto se ha formado el concepto. De otra parte, el ser lo es de la Idea absoluta. No es que el ser se multiplique, pero si es detenido en cada formación.

La actividad racional no se emplea por entero en ninguna conceptuación particular. Pero el sistema exige la visión de toda la inteligibilidad en dependencia mutua de su ser. Lo que asegura la idea de sistema es la comprensión orgánica. No se trata de la simple interdependencia, sino de la animación de cada parte por el mismo espíritu. Por ello la cesación del ser en cada concepto no puede ser algo definitivo. A este cesar, Hegel lo llama perecer, dejar de ser. “Según este lado negativo, lo inmediato ha perecido en el otro; pero eso otro no es esencialmente el negativo vacío, la nada, que se considera como el resultado habitual de la dialéctica, sino que es el otro del primero lo negativo de lo inmediato, y, por lo tanto, está determinado como lo mediado, contiene en general en sí la determinación del primero” [14]. Este texto determina excelentemente las funciones de la dialéctica. Nótese: no es que una determinación perezca en otra. Si así fuera no estaría contenida en la segunda la determinación primera. El proceso hegeliano no es una transformación. Lo que perece es el ser. La forma anterior no basta para formar lo otro del primero. Pero no por ello, lo que ha de ser formado es nada. La negatividad de la Idea está en la nueva determinación. El ser ganado ha perecido, no es suficiente. De aquí el comentario de Polo a este pasaje. “Como ser de cada esencia, el ser no puede progresar. La dialéctica es la ‘desparticularización’ del ser, su emergencia de toda determinación particular” [15]. El segundo movimiento de la dialéctica es poner la unidad de lo otro con su ser. La contradicción estaba presente en el perecer. La nueva determinación contiene una diferencia para con su ser que ha de ser reducida. Por ello la dialéctica busca el ser de la determinación, no meramente el contenido. “La negatividad considerada constituye ahora el punto de repliegue del movimiento del concepto. Es el punto simple de la referencia negativa a sí mismo, la fuente más íntima de toda actividad, de todo automovimiento viviente y espiritual, el alma dialéctica, que tiene todo lo verdadero en sí mismo, y por cuyo medio ella solamente es un verdadero: en efecto, sólo sobre esta subjetividad se funda la eliminación de la oposición entre concepto y realidad y la unidad, que es la verdad” [16]. La marcha del proceso se curva, se orienta a la búsqueda de la propia realidad, del sí mismo, de su ser. El proceso se restablece, había perecido, se había detenido en el concepto anterior. Al llevar a unidad la diferencia de  lo otro de sí mismo con su realidad, aparece la subjetividad. Se consigue la verdad porque la actividad racional que encuentra el ser de lo otro que lo anterior, reúne el nuevo concepto con su realidad, con su sí mismo. Aquí está la huella de la especulación del Meister Eckhart. El espíritu es identidad de la diferencia. Se trata de la vía que permitía la observación tomista sobre que la inteligencia se mantiene ante la negación.

La contradicción pues no se establece meramente entre las determinaciones. Si así fuera, la contradicción sería imposible. La contradicción se funda entre la determinación y el ser anterior, aquél del que no puede depender. Hegel previene sobre esta mala interpretación de la contradicción dialéctica. “El pensar formal, empero, erige como su ley la identidad, deja caer el contenido contradictorio, que tiene delante de sí, en la esfera de la representación, es decir, en el espacio y el tiempo, donde los contradictorios se hallan mantenidos uno fuera del otro al estar uno cerca del otro y uno después del otro, y se presentan así a la conciencia sin el recíproco contacto. El pensar formal se crea, a este propósito, el principio determinado de que la contradicción no puede ser objeto del pensamiento; pero, en realidad, el pensamiento de la contradicción es el momento esencial del concepto” [17]. Conviene citar estos textos para que se vea la adecuación del comentario poliano a los mismos. Pocas exégesis del pensamiento de Hegel son tan fieles a su pensamiento, a la vez que permiten explicar lo que llena de perplejidad a tantos comentadores. El mantenerse uno fuera del otro de las determinaciones implica que los contradictorios no pueden reunirse, se excluyen. Polo lo glosa diciendo que entonces jugaría la contradicción entre entes. Que si dos entes diferentes se afirman con la misma energía se excluyen. Por eso no podrían ser simultáneamente objetos del pensamiento. Pero la contradicción no es entre determinaciones. “La energía entitativa no admite contradicción; el ser de la esencia, sí: pero precisamente mientras no es sí mismo” [18]. La contradicción proviene del desajuste del ser ganado en el proceso para con las nuevas determinaciones. Aquél ser perece en ellas, es preciso formar de nuevo la nueva inteligibilidad. La determinación ganada no es idéntica con su ser. Ahí reside la contradicción. Pero del mismo modo que el ser anterior perece en la nueva determinación, si se ha logrado formar la inteligibilidad completa la contradicción desaparece porque la realidad ganada, el sí mismo, es el adecuado a cualquier determinación. Como no se podría seguir pensando, Todo lo inteligible se ha editado y se ha reunido con la forma de pensamiento que le corresponde, el proceso termina, porque no hay contradicción.

La identidad por tanto no corresponde a ninguna determinación inteligible. Mientras hay proceso, la identidad no se alcanza. Ésta sólo lo es del Todo con su ser. “Con más exactitud, ahora, es el tercero lo inmediato, pero, mediante la eliminación de la mediación; es lo simple mediante la eliminación de la diferencia; lo positivo mediante la eliminación de lo negativo; el concepto que se realiza mediante el ser-otro, y que, mediante la eliminación de esta realidad, se ha fundido consigo mismo, y se ha restablecido su absoluta realidad, su simple referencia a sí mismo. Por consiguiente este resultado es la verdad” [19]. Primero, segundo y tercero hemos ido considerando. Primero el concepto inmediato, unido a su ser, y por lo tanto éste detenido en aquél. Segundo, la mediación que se establece por la contradicción entre lo otro del concepto anterior y el ser que se había ganado. Tercero la eliminación de la contradicción y del proceso, pues se ha conseguido la identidad de concepto y ser. Se ha formado la verdad. Se ha logrado formar el sí mismo de la identidad. Y como comenta Polo, y explica Hegel en el texto que estamos comentado: “Lo que en último término es peculiar de la metafísica de Hegel es la idea de sí mismo, completamente distinta de la mismidad del ente” [20]. Este sí mismo que es el ser que corresponde a la inteligibilidad, el ser de la verdad, el sí mismo del Todo, no puede pensarse de modo óntico. Hegel no quebranta el principio de no contradicción. En todo caso, este principio tendría validez para los entes, no para la realidad a que se refiere Hegel, a la que sólo puede accederse a través de la contradicción. A la identidad del ser hegeliano le es inherente el proceso dialéctico.

Salir fuera de sí, al contenido. Ir en sí, a la forma. Al lograrse nuevas generalizaciones, la ganancia en realidad es contenida o conservada en el concepto logrado. Pero el movimiento es doble. “Cada nuevo grado del salir fuera de sí, es decir, de una ulterior determinación, es también un ir-en-sí, y la mayor extensión es igualmente mayor intensidad” [21]. La ciencia de las formas del pensamiento es por esta reflexión, del contenido sobre el sí mismo, que es el método dialéctico, la ciencia que va generando todo lo pensable. Pero lo radicalmente importante no es el ir fuera, sino el interiorizar el contenido. Si no se interiorizan las determinaciones, la dialéctica se truncaría. Si concepto y ser son uno, es necesario advertir la forma del contenido. “La verdad no es sino el venir hacia sí mismo a través de la negatividad de la inmediación” [22]. La negatividad equivale a la potencialidad del principio de identidad. Mientras quepa seguir negando determinaciones, el proceso sigue. Si se logra una generalidad tan rica en contenido de la que no quepa separar negativamente determinación alguna, entonces el proceso se elimina. El concepto absoluto se habrá formado.

Hay que tener en cuenta que la forma del pensar siempre es ulterior al contenido. La idea de antecedencia del proceso racional no es hegeliana. El ser, la forma del pensamiento, no se prefigura en modo alguno por el contenido anterior. Justo al contrario, la forma permite la transparencia de las determinaciones momentuales anteriores. Es decir, las transfigura, las reduce a su índole. Por eso cada nivel conceptual es un acercamiento de retorno al sí mismo. “Acontece que cada paso del progreso en el determinar ulterior, al alejarse del comienzo indeterminado, es también un acercamiento de retorno a éste, y así lo que primariamente puede aparecer como diferente, es decir, la fundamentación regresiva del comienzo y su ulterior determinación progresiva, caen una en la otra, y son la misma cosa” [23]. Más que de un círculo —que se logra al término— el movimiento del proceso es una pulsación. Es como un movimiento de dilatación y de contracción. Al formar la inteligibilidad se suprime la fijeza de las determinaciones, se las anima, traspasan entre sí. Se elimina su particularidad, se reducen a la universalidad del comienzo. Por eso el movimiento dialéctico no se aparta de las determinaciones, sino que las asume. “La Unruhe del ser no es la tensión de una realidad que la lleve a desligarse de una situación por medio del movimiento. Si nos preguntamos qué significación tiene para el ser mismo definirlo como ser de la esencia, habrá que contestar que representa, hasta el final, una ausencia de sí” [24].  Porque hay ausencia de sí puede darse el movimiento de retorno a sí mismo. Pero es preciso tener en cuenta que el progreso en determinación y el regreso a sí mismo son la misma cosa. Es el mismo movimiento. Por eso el progreso no es salir fuera del ser. El concepto y el ser son uno. La ganancia en determinación depende exclusivamente de la forma que concibe su inteligibilidad. La ausencia de sí por la que se regresa a sí mismo no implica estar fuera del ser. Precisamente lo que se niega es la separación del sí mismo. El proceso recoge la totalidad de lo inteligible. Nada verdadero se pierde. Lo que se desecha es la facticidad, la posición marginal de los momentos.

Si el movimiento de expansión a nuevas determinaciones asume todo el contenido anterior, puesto que reduce a la universalidad del comienzo las determinaciones, entonces no hay algo que se mueve entre diferentes determinaciones. “El progresar, por ende, no debe entenderse como un fluir de uno a otro. En el método absoluto, el concepto se conserva en su ser-otro, lo universal se conserva en su particularización, en el juicio y en la realidad; en cada grado de ulterior determinación lo universal eleva toda la masa de su contenido precedente y, por su progresar dialéctico no sólo no pierde nada ni deja nada atrás, sino que lleva consigo todo lo adquirido y se enriquece y se condensa en sí mismo” [25]. El movimiento no es de A a B, de B a C, etc. Los momentos ulteriores no preexisten, no se suponen, sino que el mismo movimiento los suscita. Son puramente resultado. Los momentos aparecen en su momento y son asimilados por el proceso que los pone.

[1] Cfr.. Pätzold, D., Vanderjagt, A., (eds.) Hegels Transformation der Metaphysik, Köln, 1991.
[2] Cfr.. Henrich, D., Kant oder Hegel? Formen der Begründung in der Philosophie, Verönffentilichungen der Internationalen Hegel-Vereinigung, Bd. 12, Stuttgart, 1983.
[3] El acceso…, p. 222.
[4] Enz. I § 41 Z1.
[5] Platón, El sofista, 253 c.
[6] El acceso…, p. 222.
[7] El acceso…, p. 222.
[8] „das Wissen nur als Wissenschaft oder als System wirklich ist“  Hegel, G.W.F., Phänomenologie des Gesites,  3/26.
[9] El acceso…, p. 223.
[10] El acceso…, p. 223.
[11] „das Wissen nur als Wissenschaft oder als System wirklich ist und dargestellt werden kann“ Phä,  3/26.
[12] El acceso…, p. 223.
[13] El acceso…, p. 223.
[14] „Das Unmittelbare ist nach dieser negativen Seite in dem Anderen untergegangen, aber das Andere ist wesentlich nicht das leere Negative, das Nichts, das als das gewöhnliche Resultat der Dialektik genommen wird, sondern es ist das Andere des Ersten, das Negative des Unmittelbaren; also ist es bestimmt als das Vermittelte, – enthält überhaupt die Bestimmung des Ersten in sich“. WdL, SW: 6/560 Mond., 733.
[15] El acceso…, p. 224.
[16] „Die betrachtete Negativität macht nun den Wendungspunkt der Bewegung des Begriffes aus. Sie ist der einfache Punkt der negativen Beziehung auf sich, der innerste Quell aller Tätigkeit, lebendiger und geistiger Selbstbewegung, die dialektische Seele, die alles Wahre an ihm selbst hat, durch die es allein Wahres ist; denn auf dieser Subjektivität allein ruht das Aufheben des Gegensatzes zwischen Begriff und Realität und die Einheit, welche die Wahrheit ist.“ WdL., SW: 6/562; Mond., 734.
[17] „Das formelle Denken aber macht sich die Identität zum Gesetze, läßt den widersprechenden Inhalt, den es vor sich hat, in die Sphäre der Vorstellung, in Raum und Zeit herabfallen, worin das Widersprechende im Neben- und Nacheinander außereinander gehalten wird und so ohne die gegenseitige Berührung vor das Bewußtsein tritt. Es macht sich darüber den bestimmten Grundsatz, daß der Widerspruch nicht denkbar sei; in der Tat aber ist das Denken des Widerspruchs das wesentliche Moment des Begriffes.” WdL., SW: 6/561-52; Mond., 734.
[18] El acceso…, p. 225.
[19] „Näher ist nun das Dritte das Unmittelbare, aber durch Aufhebung der Vermittlung, das Einfache durch Aufheben des Unterschiedes, das Positive durch Aufheben des Negativen, der Begriff, der sich durch das Anderssein realisiert und durch Aufheben dieser Realität mit sich zusammengegangen [ist] und seine absolute Realität, seine einfache Beziehung auf sich hergestellt hat. Dies Resultat ist daher die Wahrheit.” WdL., SW: 6/564; Mond., 737.
[20] El acceso…, p. 225.
[21] „Jede neue Stufe des Außersichgehens, d. h. der weiteren Bestimmung, ist auch ein Insichgehen, und die größere Ausdehnung [ist] ebensosehr höhere Intensität.” WdL., SW: 6/569; Mond.,738-39.
[22] „die Wahrheit nur das Zu-sich-selbst-Kommen durch die Negativität der Unmittelbarkeit ist.“ WdL., SW: 6/570; Mond., 739.
[23] „Auf diese Weise ist es, daß jeder Schritt des Fortgangs im Weiterbestimmen, indem er von dem unbestimmten Anfang sich entfernt, auch eine Rückannäherung zu demselben ist, daß somit das, was zunächst als verschieden erscheinen mag, das rückwärtsgehende Begründen des Anfangs und das vorwärtsgehende Weiterbestimmen desselben, ineinanderfällt und dasselbe ist.“ WdL., 6/569; Mond., 739.
[24] El acceso…, p. 226.
[25] der Fortgang ist deswegen nicht als ein Fließen von einem Anderen zu einem Anderen zu nehmen. Der Begriff in der absoluten Methode erhält sich in seinem Anderssein, das Allgemeine in seiner Besonderung, in dem Urteile und der Realität; es erhebt auf jede Stufe weiterer Bestimmung die ganze Masse seines vorhergehenden Inhalts und verliert durch sein dialektisches Fortgehen nicht nur nichts, noch läßt es etwas dahinten, sondern trägt alles Erworbene mit sich und bereichert und verdichtet sich in sich.” WdL., SW.: 6/568; Mond.: 738.

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